Bienvenidos a Gaborone
Bienvenidos a Gaborone

En mi entrada pasada titulada «Mirando por la ventana antes de aterrizar…» incluí algunas fotos del aterrizaje en Gaborone, la capital de Botswana. Y claro, como yo no me puedo quedar callado con mis opiniones, se me salió alguna frase por ahí en la que afirmé que uno no debería visitar Gaborone NUNCA. Aparentemente mis palabras causaron curiosidad entre los lectores y decidí darles gusto a todos aquellos que me escribieron – que fueron muchos – preguntándome las razones de semejante afirmación… Pero como uno tiene que ser justo en la vida, quiero hacer una aclaración antes. Todo lo que voy a decir en esta entrada aplica ÚNICAMENTE a Gaborone, la ciudad capital. He tenido la oportunidad de visitar el Okavango y el Parque Nacional de Chobe en el norte de Botswana y tengo que decir que son unos de los lugares más hermosos que yo haya visto en África. Lo que estoy diciendo, entonces, es lo siguiente: Vayan al resto de Botswana pero NUNCA vayan a Gaborone. Teniendo las cosas claras, ahora sí aquí están MIS razones para NO visitar Gaborone NUNCA:


1. Trate de entrar al país… si puede

Yo entiendo que Botswana esté mucho mejor económicamente que países de la región como Zimbabwe, Zambia o Mozambique. También entiendo que haya un altísimo número de inmigrantes irregulares desde estos países en su territorio y que quieran tomar medidas para frenar su ingreso. Entiendo incluso que tengan una política migratoria restrictiva para ciudadanos de países donde matan gente y hay drogas en todas las esquinas como Colombia – eso dicen ellos… pero es un debate en el que no voy a entrar -. Todo eso lo entiendo. Lo que no entiendo es por qué, después de haberte preguntado todo lo humanamente posible en la entrevista para la visa, el oficial te vuelva a decir por octava vez: «Sigo sin entender por qué un colombiano quiere ir a Botswana». Me provocaba gritarle: ¡Señor! ¡Soy un simple turista y quiero ir a caminar en Gaborone! ¿Será que me puede dejar?… Pero claro, no podía. Finalmente, a pesar de tener todos los documentos en regla, los pasajes de ida y regreso comprados, el hotel pagado y el tour contratado, me negaron la visa. Era de esperarse. Luego de haber estado en 45 países del mundo, me niegan la visa de Botswana… Vamos por el camino del éxito.

Pero bueno, después de hablar con algunos amigos en el gobierno de Botswana, logré que finalmente me la dieran a 2 días del viaje y casi a punto de perder todo lo que había pagado. Cuál sería mi sorpresa al ver las condiciones de la visa que me habían otorgado… juzguen ustedes:

Good for multiple journeys to Botswana. Stay for 3 days within one month of the date hereof if passport remains valid.

Sí señores, me dieron una visa MÚLTIPLE válida por 3 días. Es decir, podía entrar un día a Botswana, salir al día siguiente, volver a entrar al día siguiente y, eso sí, tenía que salir del país ese mismo día sino me deportaban. La otra opción era dedicarme a cruzar la frontera entre Botswana y Sudáfrica repetidamente durante 3 días para establecer el récord mundial de cruces de frontera… Hubiera sido un buen plan, lástima que no se me ocurrió en ese momento. El primer problema estaba solucionado: tenía 3 días para caminar en Gaborone… luego me daría cuenta que con 2 horas hubiera sido suficiente.


2. No salude, no es necesario

Y me perdonarán mis amigos botswanos – que afortunadamente no hablan español, así que hay posibilidad de que me sigan hablando después de esta entrada – pero pocas, muy pocas personas tan antipáticas como los gaboroneses – y me acabo de inventar el gentilicio porque la RAE no dice nada al respecto -. Uno llega al aeropuerto y no lo saludan en migración… es más, lo miran de arriba a abajo con cara de culo, se demoran mil años mirándole el pasaporte y eternidades después, le ponen el sello y le dicen que se vaya. Lo mismo pasa en los restaurantes, hoteles, taxis… y en general, en cualquier lugar de Gaborone. Nadie nunca saluda, nadie nunca dice nada más allá de lo estrictamente necesario. La gente, como la ciudad, es aburrida y sin alma y perdónenme, pero si uno va a tener una ciudad que es sinónimo del tedio extremo, al menos esfuércese por hacer que los pocos turistas que llegan se sientan a gusto, ¿no creen?


3. ¿Qué hay para hacer? Obviamente… nada.

Resulta que durante el período colonial, la capital de Bechuanalandia – hoy Botswana – se llamaba Mafeking y estaba ubicada en Sudáfrica. Con la independencia, el nuevo país necesitaba una capital y ahí fue cuando decidieron ubicarla en las inmediaciones de un poblado conocido como Gaberones. A partir de 1965 empezó la construcción de la nueva capital y, según la güiki, el centro de la ciudad fue edificado en tres años, incluyendo el parlamento, oficinas de gobierno, una estación de energía, un hospital, escuelas, una estación de radio, estaciones de policía, oficinas postales y más de 1.000 casas. Y claro, ¿qué puede uno esperar de una ciudad que fue construida de la nada en 3 años? No mucho. La ciudad es completamente artificial, no tiene historia, no tiene alma, no tiene vida en las calles, no tiene cafés agradables con gente hablando, no tiene lugares históricos, no tiene parques… no tiene nada. Hay una calle principal con almacenes a lado y lado, un KFC, un par de centros comerciales diminutos, algunos cines y ya… hasta ahí llegó la oferta de entretenimiento de la ciudad. Puede proceder entonces a envejecerse del tedio.

Vista aérea del centro de Gaborone
Vista aérea del centro de Gaborone
Calle principal de Gaborone
Calle principal de Gaborone

 

4. Sobredosis de Sir Seretse Khama

Como si ya Gaborone no fuese lo suficientemente aburridora, lo único que uno tiene claro en la ciudad es ver a Sir Seretse Khama POR TODAS PARTES. El buen señor fue el nieto de Khama III, el jefe más importante de la comunidad Bamangwato y participó activamente en el proceso de independencia del país. Además, fue el primer presidente de Botswana y estuvo en el cargo entre 1966 y 1980. Los botswanos le están eternamente agradecidos por haber creado el país y por desarrollarlo durante los primeros años de independencia gracias a los ingresos de los diamantes. Y hay que reconocérselo… mientras la mayoría de países de la región estaban en guerras y tenían gobiernos que llegaban al poder a través de golpes de Estado, Botswana iba por el camino del desarrollo, no tenía conflicto armado y había consolidado una democracia estable. Todo lo anterior nos conduce a una sobredosis de Seretse Khama – cuyo nombre además significa «la arcilla que une» -. Está afuera del parlamento, está en el aeropuerto que recibe su nombre, está en el Museo Nacional de Botswana, está la calle principal de Gaborone, está en el monumento de los 3 Kgosis (reyes)… está en todas partes. En consecuencia, un turista desprevenido como yo termina con 184309823409 fotos con estatuas de Seretse Khama por toda la ciudad, básicamente porque no hay más que hacer.

Aeropuerto Internacional Sir Seretse Khama de Gaborone
Aeropuerto Internacional Sir Seretse Khama de Gaborone
Estatua de Sir Seretse Khama frente al Parlamento
Estatua de Sir Seretse Khama frente al Parlamento
Placa en la Embajada de Zambia donde se certifica que el edificio fue abierto por... adivinen... Sir Seretse Khama. Les dije, sobredosis.
Placa en la Embajada de Zambia donde se certifica que el edificio fue abierto por… adivinen… Sir Seretse Khama. Les dije, sobredosis.
Khama y su combo en el Monumento a los 3 Kgosis en Gaborone
Khama y su combo en el Monumento a los 3 Kgosis en Gaborone

 

5. Mala, pésima selección de colores

Entonces uno asume que en Gaborone ya no hay nada que hacer y decide disfrutar del lugar… De repente se empieza a cuestionar si es que los ojos se le atrofiaron o si por el contrario fue víctima de un daltonismo súbito y repentino. ¿Por qué? Fácil: TODO en Gaborone es azul claro, blanco y negro… sí, como la bandera. Son los colores nacionales y a ellos les pareció maravilloso pintar TODO de los mismos 3 colores. El aeropuerto, el parlamento, los edificios, los letreros, TODO es azul claro, negro y blanco. ¡Que viva el tedio! Ahora en su versión cromática. Gaborone definitivamente no se ayuda.

Y claro, como todo el azul con blanco y negro, el Aeropuerto Internacional Sir Seretse Khama - vuelve la sobredosis - no podía ser de otro color.
Y claro, como todo el azul con blanco y negro, el Aeropuerto Internacional Sir Seretse Khama – vuelve la sobredosis – no podía ser de otro color.
Y las oficinas públicas TAMBIÉN son azul claro con blanco y negro...
Y las oficinas públicas TAMBIÉN son azul claro con blanco y negro…
Y en cambio el letrero del Parlamento TAMBIÉN es azul claro con blanco y negro...
Y en cambio el letrero del Parlamento TAMBIÉN es azul claro con blanco y negro…
Para terminarse de enloquecer, el Parlamento TAMBIÉN es azul claro con blanco y negro...
Para terminarse de enloquecer, el Parlamento TAMBIÉN es azul claro con blanco y negro…
Y adivinen de qué color es el estadio nacional... ¡Muy bien! Azul claro, blanco y negro. Mátenme por favor.
Y adivinen de qué color es el estadio nacional… ¡Muy bien! Azul claro, blanco y negro. Mátenme por favor.

 

6. Boooottttttsssssswwwwwaaaaannnnaaaaaaa (favor leer MUY lentamente)

Es verdad, en África el tiempo funciona diferente. En muchos lugares del continente no hay afán y las cosas simplemente van a su ritmo. Ahora, en Gaborone no es que el tiempo funcione diferente… es que el tiempo simplemente se detuvo. Todo, absolutamente todo funciona con una lentitud y una pasividad capaces de desperar a la mismísima Madre Teresa. El concepto de eficiencia no se conoce, el servicio al cliente menos, y ellos hacen lo que les da la gana y, sobre todo, cuando les da la gana. Gaborone es lenta, muy lenta… casi estática, así que NUNCA espere que le hagan algo cuando usted lo necesita sino cuando ellos quieran. Así funciona, no se altere sino termina con la vena brotada, a punto de una aneurisma cerebral como yo y con ganas de que un mapache con sífilis viole a todos y cada uno de los habitantes de la ciudad.


7. La disfuncionalidad y artificialidad de la modernidad

Algo que hay que reconocerle a Gaborone es su infraestructura. La ciudad tiene muy buenas vías y están perfectamente pavimentadas, buenos servicios públicos, no se ven tugurios como en otras ciudades del continente… Mejor dicho, la hicieron bien. Sin embargo – y aquí viene el gran pero -, se dedicaron a construir una ciudad moderna que, en mi concepto, raya en lo artificial y disfuncional in extremis. ¿A qué me refiero? Los edificios son modernos y están puestos ahí pero no cuadran con el lugar… no tienen gracia, la ciudad está construida para los carros y no para la gente, para ir de un lugar a otro hay que recorrer GRANDES distancias, no hay andenes – o veredas como le dicen en algunos lugares – para que la gente camine… mejor dicho, o compra carro o se jode. Así, fácil. Es una ciudad que, como les dije, no tiene alma y en su esfuerzo por conseguir una falsa modernidad asociada con autopistas y grandes edificios, cada vez se aleja más de ser un lugar agradable.

Edificios "sin gracia" en Gaborone... ¿les vieron el color? Sí señores, azules claros con blanco... como para variar.
Edificios «sin gracia» en Gaborone… ¿les vieron el color? Sí señores, azules claros con blanco… como para variar.

 

8. El reino de las «extensiones»

Como es una ciudad planeada y construida desde cero, el gobierno decidió quién construía qué y dónde lo podía construir. El centro de Gaborone tiene su calle principal que no tendrá más de 5 ó 6 cuadras de largo y es medianamente interesante… digamos que da para 2 horas de entretenimiento caminando por ahí. Sin embargo, el resto de Gaborone son los barrios residenciales, es decir, lo que los locales llaman las «extensiones». Entonces, si uno va a dar la dirección de su casa, tendría que decir algo así como: «Yo vivo en la Calle Seretse Khama – para no perder la costumbre – número 142, Extensión 18». ¿Por qué hay que decir la extensión? Porque en la extensión 17, que es bastante parecida a la 18, también puede haber una calle Seretse Khama. Así, la extensión 1 es similar a la 2 que a su vez es similar a la 3… y así. Todas las extensiones – o barrios – en Gaborone tienen números y son una copia la una de la otra. Quiere decir que si uno ya vio una, puede decir que las vio todas. ¿Y aún así me preguntan por qué Gaborone es sinónimo de tedio extremo?


9. Animales por todas partes… pero de mentiras

Como en Gaborone no hay NADA, asumo que un día el alcalde en un ataque de tedio extremo se sentó a pensar cómo carajos hacía para darle un toque particular a la ciudad y alegrar la vida de los que habíamos caído en la desgracia de visitarla. Su solución fue: ¡llenémosla de animalitos! Grave error. Si uno viene de ver cebras, jirafas, elefantes, hipopótamos y avestruces en cualquiera de los parques naturales del continente – y como les dije, Botswana tiene unos maravillosos en el norte -, ¿por qué diablos querría ver animales huecos y pseudo-desnutridos de metal «adornando» las calles? Pues sí, eso es justamente lo que le toca ver a uno cuando camina por ahí… animalitos. Miren:

Cebras en la entrada del mercado de artesanías más caro que existe sobre la faz de la tierra.
Cebras en la entrada del mercado de artesanías más caro que existe sobre la faz de la tierra.
¿Y si ponemos más cebras por ahí? Eso seguro le gusta a los turistas.
¿Y si ponemos más cebras por ahí? Eso seguro le gusta a los turistas.
Ésta es una señora hueca, pero al lado había una jirafa con las mismas características. No sé por qué no le tomé foto a la jirafa... me perdonarán.
Ésta es una señora hueca, pero al lado había una jirafa con las mismas características. No sé por qué no le tomé foto a la jirafa… me perdonarán.
Y ahora un avestruz oxidada al frente del British Council.
Y ahora un avestruz oxidada al frente del British Council.

 

10. Abúrrase un poquito más antes de irse

Entonces usted está absolutamente feliz porque ya se le acabó el tiempo en Gaborone – y de paso los 3 días que le habían dado en la visa – y se dirige raudo y veloz al aeropuerto porque entre menos tiempo esté en esa ciudad, mejor. Llega al aeropuerto, hace el check in y se da cuenta que le queda hora y media para la salida de su vuelo. Como en cualquier otro aeropuerto del mundo, busca un restaurante donde tomarse un café, comer algo y, si está de buenas, se pone a mirar aviones que aterrizan y despegan para pasar el tiempo. ¡GRAVE ERROR! ¿Café? No hay. ¿Restaurante? No hay. ¿Aviones que aterrizan y despegan? ¡Ja! No sea iluso, es Gaborone y allá aterriza un avión cada 182347 años. ¿Qué hace la hora y media? Se sienta en una silla y maldice repetidamente el día que se le ocurrió poner un pie en Gaborone.


Y por último, un punto adicional pero importantísimo:

11. ¡No venden banderas!

Y ésta la tenía que poner. ¿Cómo es posible que en una ciudad capital no se pueda conseguir una bandera del país? Pues sí, no se consigue. Como diría Shakira, la busqué en el armario, en el abecedario, en el negro, en el blanco, en las revistas, en la radio… Mentiras, pero sí la busqué en cada uno de los lugares que los gaboroneses me dijeron. En NINGÚN lugar venden una bandera. Así que perdónenme, ninguna ciudad donde no se consigan banderas del país merece ser visitada. Ya dije.